El debate subyacente

En este breve texto se argumenta que el conflicto que el gobierno nacional liderado por Javier Milei mantiene con las casas de altos estudios es parte de una ofensiva que ya lleva varios años contra la universidad y su rol social. Buscando reemplazar la formación intelectual integral que estas brindan al alumnado por la mera formación profesional de trabajadores cualificados. Y argumento sobre porque los y las socialistas debemos defender a la universidad frente a esta ofensiva.

Por: Facundo Muscatello / Arte: Ivana Vollaro

El debate subyacente

Introducción

Con el inicio del nuevo año lectivo en las diferentes universidades del país, sigue pendiente, aunque tapado por los nuevos frentes abiertos que tiene el gobierno nacional, el conflicto universitario. Después de un año, en el cual pasaron todas las medidas de fuerza, desde paros hasta tomas, pasando por los cortes de calles sólo se llegó a un enfriamiento del conflicto sin que se vea una solución al mismo. 

Todo empezó por una cuestión presupuestaria, dónde el gobierno nacional no actualizó las partidas dejando a las universidades al borde de la inoperatividad. Salarios de indigencia son el día a día del personal docente, no docente y de los becarios e investigadores. Pero con el tiempo desde el oficialismo el discurso fue mutando. La necesidad imperiosa de realizar auditorías fue quedando en segundo plano (funcionando más como excusa para no dar actualizaciones que una acción a realizar). La línea pasó a centrarse en el número de graduados, el presupuesto por estudiante, el supuesto adoctrinamiento dentro de las cátedras. No pienso responder a estos postulados en este breve artículo, sino analizar la línea de pensamiento subyacente a los mismos, el cual es, simple y llanamente, el rechazo a la universidad como institución y su desintegración en forma de terciarios de formación puramente profesional1, pero sin renunciar al prestigio que da el grado universitario, aunque éste sólo exista de manera nominal.

El objeto de las universidades 

Las universidades han sido a lo largo de la historia, el faro que ilumina el horizonte de la humanidad. Desde su aparición como instituciones  han permitido que las nuevas ideas y descubrimientos tengan un lugar desde donde no solamente son difundidas, sino que son la base para que puedan ser desarrolladas. La universidad es un espacio donde personas dedicadas a las ciencias y el pensamiento se encuentran en un ambiente de discusión e intercambio con estudiantes y con otros profesores. De modo que generó un desarrollo excepcional del pensamiento humano. No por nada a partir de la aparición de las universidades en el siglo XIII la humanidad ha visto el nacimiento de una gran cantidad de escuelas de pensamiento en casi todos los ámbitos. 

No es fruto del azar ni una consecuencia inesperada, sino es propio de su identidad, aunque no sea su cara más visible al público general.  

Este rol «oculto» es compartido con los museos2. En el caso de estos últimos, su cara pública comprende los artículos en exposición, las explicaciones de los mismos y el contenido de las visitas guiadas. Todo en la faceta pública tiene por objetivo proporcionar un conocimiento a quien lo visita. Pero detrás de cámaras, el museo guarda una colección de artículos mucho más rica y amplia. Y es con esa colección que el plantel de investigadores y científicos del museo realizan estudios que luego serán publicados y difundidos en revistas y publicaciones científicas, aportando al progreso del conocimiento y las ciencias.

Está doble misión, educativa e investigativa, es también parte central de la naturaleza misma de la institución universitaria. No por nada la forma de catalogar a las universidades entre más o menos prestigiosas se realiza a través de la cantidad y calidad de los trabajos científicos que salen de ellas. A diferencia de los museos, dónde el rol de investigación y cuidado de piezas tiene una mayor importancia que la faceta educativa, en las universidades esta relación es de paridad.

Formación: profesional vs intelectual integral

Pero, ¿Cuál es la naturaleza de esta educación? 

Y he aquí el núcleo del conflicto. Ya que la educación universitaria está orientada hacia la formación intelectual integral del alumnado. Esto significa que los contenidos dados son de carácter, mayoritariamente, teórico y universal. Las ideas son analizadas, puestas en cuestión y debatidas. De modo que generan graduados con amplios conocimientos de su respectiva área de estudio y las corrientes de pensamiento que existen en la misma.

Pero en los últimos años la universidad ha estado cuestionada. Las empresas no tienen interés en el nivel de conocimientos teóricos de los graduados, solo les interesa que cuenten con las preparaciones prácticas mínimas para cumplir con la labor que necesitan de ellos3. Por lo tanto, desde el sector empresarial hay presiones para reemplazar la formación universitaria por una capacitación profesional adaptada a sus necesidades. Transformar las universidades en escuelas de capacitación profesional. Estos cambios consisten en la reducción de la duración de las carreras, la eliminación de competencias teóricas y su reemplazo por contenidos prácticos y la limitación de los contenidos presentados a los estudiantes únicamente a aquellos que se encuentran bajo la luz del paradigma vigente.

Para poner un ejemplo concreto, es en este camino que se encuadra la reforma del plan de estudios llevada adelante en las carreras de Economía y Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Plan que reduce los contenidos totales de la formación de los estudiantes al disminuir la cantidad de materias para acelerar la titulación de los mismos4. En el caso de la Licenciatura en Economía, las materias enmarcadas en las ciencias sociales, como las de historia o estructura, se ven fusionadas entre sí5. Se reducen los contenidos de estas áreas que no tienen utilidad para las empresas. Y como efecto colateral, los docentes de estas asignaturas. También se retira la obligatoriedad de la materia cuentas nacionales y se incluye como obligatoria en su lugar economía financiera (lo cual no estaría mal si fuera una adición a la formación y no un virtual reemplazo de una materia por otra en el plan de estudios). Y si con lo anterior no hubiera bastado, se elimina la necesidad de la redacción de la tesis para recibirse6. En resumidas cuentas, este nuevo plan deja de lado la formación de economistas para centrarse en la de meros trabajadores calificados para las empresas.

Este paso de la formación intelectual integral a la profesional tiene como fin el abaratamiento de la mano de obra calificada. Esto debido a que, al disminuir el tiempo y la dificultad de formar un nuevo profesional, aumentaría su número. De forma que llevará a un aumento de la competencia entre los trabajadores por los mismos puestos de trabajo, lo que hará que los salarios se deprecien. A su vez, las casas de estudios superiores, antes baluartes del pensamiento libre, se convertirán en casas de adoctrinamiento. Ya que solo tendrán lugar para las ideas y saberes que demanda el mercado laboral de sus futuros trabajadores y dejarán de lado cualquier idea o postura crítica. Pero estos elementos excluidos y eliminados de las licenciaturas no son borrados completamente, sino que pasan a formar parte de los cursos y posgrado, los cuales son arancelados y por lo tanto solo al alcance de quienes puedan pagarlo, discriminando por capacidad económica la formación a la que se puede acceder. Sin una formación intelectual integral por parte de las casas de estudios el resultado será aquel que el Dr. Alfredo Palacios expresó allá por 1931 “Por eso la Universidad debe ser integral. De las escuelas de derecho ajenas a la cultura, saldrán solo hombres pequeños, con los que no se podrá hacer ninguna cosa grande; abogados para quienes la profesión seria solo aprendizaje de trampas, sin un concepto claro de la justicia”7

Además, como parte de esta concepción, de que las universidades deben formar principalmente profesionales, es que muchos critican que personas de edad avanzada ingresen en las universidades. Pues creen que estas solo sirven para producir trabajadores calificados. Y por lo tanto de nada sirve un estudiante de 50 años cercano a la edad de jubilación. Y esto también se sostiene para aquellas ciencias y áreas del conocimiento que no tienen una amplia utilidad para el mercado capitalista. Las que casualmente son las más críticas con el mismo y su sociedad derivada8.

Conclusión 

Visto todo lo anterior, es necesario tomar partido. Y como socialistas no puede ser otro que en defensa de la institución universitaria. Juan B. Justo en su magnífica definición del socialismo9, deja en claro que la ciencia es el mapa para la construcción de la sociedad socialista. Si permitimos que el desarrollo de las mismas sea dictado por los intereses y necesidades del mercado capitalista, como una fábrica de profesionales y en el mejor de los casos como departamento de I+D, la sociedad carecerá de una de las instituciones que más a influido en el progreso humano en el momento que más la necesita para hacerle frente a los grandes desafíos que tendrá que enfrentar en las próximas décadas, tales como el cambio climático, la crisis demográfica y el debilitamiento de los valores y prácticas democráticas.

Las universidades tienen una finalidad más profunda que la mera formación profesional, como lo expresó el Dr. Palacios “No hay que hacer profesionales aislados, sin cultura. Por eso el concepto que ha de orientarnos en la universidad es el de la creación del organismo social, cuyas entidades componentes no se sientan extrañas entre sí, sino que todas converjan en la formación de caracteres y mentalidades, que posean una visión amplia y sintética del vasto campo científico y un sentimiento de solidaridad entre las diversas especialidades, encaminadas cada una por sus medios al mayor beneficio de la sociedad.” 10 

La educación universitaria debe realizarse en el marco de la más completa libertad de expresión y nunca sometida a los designios y caprichos del capital o cualquier ideología. Por consiguiente, sus puertas deben estar abiertas a todos los ciudadanos, ya que cuantas más opiniones recorran sus pasillos, mejor podrán las universidades cumplir con su función. La formación intelectual integral que deben brindar las universidades es la base para la construcción de una sociedad auténticamente libre y democrática. 

Al final, el debate de fondo no es realmente por el presupuesto necesario para su funcionamiento, este solo es la cara pública de un conflicto de fondo sobre qué tipo de educación universitaria queremos11, si una formación intelectual integral o una mera capacitación profesional. Y como socialistas solo podemos estar del lado de la defensa de la universidad y su formación intelectual integral.

Código del artículo: 25001005

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