Democracia radical y soberanía popular.

En esta entrevista, Macarena Marey dialoga con Sagitario sobre sus últimas investigaciones y analiza desde una perspectiva crítica nociones e ideas tales como la soberanía popular, la acumulación por desposesión y el capacitismo.

Por: Justo Delgado / Entrevista a: Macarena Marey
Arte: Hugo Orlandini

Coleccionable I, de la serie Utilitarios Argentinos, 2002. Hugo Orlandini. Modelo a escala 1:10 Técnica mixta 21x17x29 cm. Basado en modelos de carros de recolección urbanos

Coleccionable I, de la serie Utilitarios Argentinos, 2002. Hugo Orlandini. Modelo a escala 1:10 Técnica mixta 21x17x29 cm. Basado en modelos de carros de recolección urbanos

En esta entrevista para la Revista Sagitario, Macarena Marey reflexiona sobre la relación entre capitalismo y democracia en América Latina. Lejos de parámetros ancentralistas o vinculados a identidades esenciales, reivindica la noción de Tercer Mundo (por sobre el despolitizado término de Sur Global) para pensar problemas como las tendencias desdemocratizadoras y la acumulación por desposesión. En el diálogo, Marey rescata el potencial político de América Latina y del llamado “tricontinentalismo” de los años 1960, que articulaba liberación nacional y cosmopolitismo, como alternativa al derrotismo cultural europeo/estadounidense. 

Marey  define a la soberanía popular como la capacidad colectiva de decidir sobre las condiciones materiales de existencia sin dominación. Esta idea la conecta con la noción de democracia radical, entendida como la capacidad que las comunidades y los individuos tienen para decidir sobre sus vidas por fuera de la lógica del capital. La entrevista culmina con algunas reflexiones sobre la idea de “capacitismo” y su conexión con el tratamiento de la Ley de Discapacidad en el parlamento Argentino.

En tus últimos trabajos, hablás de la noción de «acumulación por desposesión». ¿En qué consiste? ¿De qué modo contribuye a los procesos de desdemocratización?

Pensar la relación entre capitalismo y democracia desde América Latina tiene una ventaja epistémica que no es atribuible a una identidad esencial ni a una supuesta ancestralidad. Filosofar en América Latina da una perspectiva iluminadora sobre el capitalismo planetario por el modo en el que este se manifiesta en nuestra región: aquí puede verse casi sin máscara que la acumulación “así llamada primitiva” (la acumulación por desposesión) es la condición constante de posibilidad de la acumulación por explotación. Esta tesis, que está por supuesto en el capítulo 24 de El capital, se encuentra desarrollada en el marxismo negro y latinoamericano desde Mariátegui hasta Fanon, pasando por Du Bois y Césaire. 

Filosofar en América Latina da una perspectiva iluminadora sobre el capitalismo planetario por el modo en el que este se manifiesta en nuestra región: aquí puede verse casi sin máscara que la acumulación «así llamada primitiva» (la acumulación por desposesión) es la condición constante de posibilidad de la acumulación por explotación.

En el contexto histórico del presente en el que el carácter del capitalismo es planetario, toda democracia alberga en su seno tendencias desdemocratizantes. Las crisis políticas de las democracias contemporáneas son producto de la tensión necesaria entre el capitalismo como relación social y las conquistas populares. Estas conquistas (derechos sociales, civiles, políticos, políticas públicas, educación y salud públicas, etc.) coexisten de manera paradójica junto con el carácter eminentemente punitivo y simbiótico con el capital de los Estados contemporáneos en el interior de las democracias capitalistas. En la estela de la marxista política Ellen Meiksins Wood, creo que la razón del carácter intrínseco de la tendencia desdemocratizante es que el capitalismo tiene como condición constante de posibilidad la desposesión de la capacidad (tanto individual como colectiva) de decidir sobre la producción y reproducción de la vida y las condiciones materiales de la existencia 1.

Las crisis políticas de las democracias contemporáneas son producto de la tensión necesaria entre el capitalismo como relación social y las conquistas populares.

Otro de tus temas recientes es la «tricontinentalidad». ¿Cómo lo definirías? ¿Cómo se relaciona con las luchas de los movimientos populares en Argentina?

Creo que es necesario reflotar los proyectos tricontinentalistas de la década de 1960 específicamente por el modo en el que entrelazaron la liberación nacional con el cosmopolitismo. En el capitalismo planetario, el Tercer Mundo (otro giro que es necesario recuperar frente al despolitizante “Sur Global”) tiene mayor capacidad de transformar la realidad que Europa o Estados Unidos. Si atendemos por ejemplo al panorama intelectual de Europa / EEUU, vemos que lo que prima es un derrotismo desmovilizante. Esta actitud es propia de la decadencia cultural de una civilización que, citando a Césaire, es incapaz de resolver los problemas que ella misma causa, pero además se autopercibe como vanguardia histórica. La historia terminó: sí, para Europa y en Europa, no en el resto del mundo. 

El Tercer Mundo (otro giro que es necesario recuperar frente al despolitizante “Sur Global”) tiene mayor capacidad de transformar la realidad que Europa o Estados Unidos.

Estoy escribiendo un libro que muy probablemente salga en 2026 (Introducción a la filosofía política crítica). En él me dedico bastante a mostrar cómo Césaire y Fanon, por ejemplo, comprendieron que la desmoralización europea no significaba el fin de la historia sino que le daba al Tercer Mundo la tarea de protagonizar las luchas por la emancipación. 

El día en el que nos demos cuenta de que nuestras luchas en América Latina tienen que articularse con luchas de liberación como la palestina habremos dado un paso más hacia algún tipo de victoria. 

Solés hablar de la importancia de la participación popular en las decisiones políticas y económicas. ¿Cómo creés que esto se relaciona con los procesos de liberación del país y del Sur Global en general? ¿Crees que el republicanismo plebeyo tiene algo para aportar en este campo?

Yo lo planteo, ahora, en términos del contenido de la soberanía popular

La formalización de la política y su abstracción de las condiciones materiales concretas de la existencia y del carácter situado de lo político vienen de la mano de la separación capitalista entre política y economía. Su función teórica y su efecto discursivo en las prácticas es ocultar que detrás de la “neutralidad” estatal liberal, detrás de la insistencia en el apego a ciertas normas institucionales, e incluso detrás de la tesis agonista de la constitución conflictiva de lo político hay un sistema de relaciones sociales de dominación que estas visiones de lo político-democrático dejan intocadas. La separación entre economía y política bajo el modo de la formalización de la democracia está diseñada, en definitiva, para desmovilizar el cambio social y para amurallar el coto de la agencia política efectiva. 

La separación entre economía y política bajo el modo de la formalización de la democracia está diseñada, en definitiva, para desmovilizar el cambio social y para amurallar el coto de la agencia política efectiva.

Para contrarrestar los efectos despolitizantes de la separación entre política y relaciones sociales de la forma capitalista, propongo en mis trabajos recientes que la puerta de entrada tiene que ser la pregunta por el contenido de la soberanía popular, la pregunta acerca de qué es lo que puede y lo que debe decidir la voluntad popular para que se trate de democracia en un sentido radical y significativo. Como mi maestra María Julia Bertomeu, pienso que las decisiones sobre las condiciones materiales de la existencia deben ser el contenido de la soberanía popular y de la decisión comunitaria política en general. La decisión sobre los destinos individuales y comunitarios no debería estar en manos de la lógica del capital. Es precisamente el secuestro de la decisión sobre las condiciones materiales de la existencia por parte del mercado capitalista y de la forma valor lo que genera las tendencias constantes a la desdemocratización y a la crisis política en las democracias actuales.  

No sé qué forma política es más adecuada para esto, no estoy segura de si es republicanismo plebeyo u otro rótulo, sí estoy segura de que un proyecto así no puede ser liberal. 

No sé qué forma política es más adecuada para esto, no estoy segura de si es republicanismo plebeyo u otro rótulo, sí estoy segura de que un proyecto así no puede ser liberal.

Hace un tiempo venías trabajando alrededor del capacitismo. ¿Cómo ubicás la opresión a las personas con discapacidad en el marco del capitalismo actual? ¿Cuál es tu lectura sobre la Ley de Emergencia en Discapacidad? De las múltiples leyes vetadas por Milei, fue la primera en conseguir la insistencia del Congreso. ¿Qué balance hacés al respecto?

El capitalismo de este gobierno es eugenésico, quiere que las personas discapacitadas desaparezcan. Todo capitalismo es capacitista y esto no solamente por las exigencias del “mercado laboral”, sino porque las personas discapacitadas que el capital no puede explotar directamente son convertidas en consumidoras de tratamientos privatizados y sometidas a la humillación constante de la burocratización de sus vidas. No creo que vayamos a ver nada bueno ni de este ni de muchos gobiernos al respecto, porque el capacitismo cultural está instalado en esta sociedad hasta el punto de que quienes creen que nos defienden a los discapacitados y sus familias no hacen sino perpetuar imágenes nefastas de la discapacidad (objeto de pena, algo a evitar y “curar”) olvidándose de nuestras vidas ni bien dejamos de salir en las noticias. 

El capitalismo de este gobierno es eugenésico, quiere que las personas discapacitadas desaparezcan. Todo capitalismo es capacitista y esto no solamente por las exigencias del “mercado laboral”, sino porque las personas discapacitadas que el capital no puede explotar directamente son convertidas en consumidoras de tratamientos privatizados y sometidas a la humillación constante de la burocratización de sus vidas.

La familiarización de los cuidados a las personas discapacitadas que precisan de cuidados especiales es una realidad constante desde siempre, no es algo de ayer nada más. Muchas personas creen que están del lado del bien respecto de la discapacidad pero tienen una infinidad de sesgos capacitistas que les impiden incluso escuchar las voces de la discapacidad. No soy optimista al respecto: pienso que el capacitismo es de las últimas fronteras de la emancipación, de las más difíciles de percibir internamente. 

 Coleccionable II, de la serie Utilitarios Argentinos, 2002. Hugo Orlandini.
Modelo a escala 1:10 Técnica mixta 12x8x18 cm.
Basado en modelos de carros de recolección urbanos.
Coleccionable II, de la serie Utilitarios Argentinos, 2002. Hugo Orlandini. Modelo a escala 1:10 Técnica mixta 12x8x18 cm. Basado en modelos de carros de recolección urbanos.

La ley no está todavía en vigencia porque el ejecutivo la mandó de nuevo al Congreso para que se detalle de dónde va a salir el presupuesto (que es ridículamente pequeño, huelga decir). Toda la gente que andaba posteando cosas sobre la ley de emergencia en discapacidad dejó de postear una vez que el Congreso votó contra su veto, pero ahora que ya se les pasó la emoción buenista dejó de importarles qué nos pasa a las vidas discapacitadas y sus familias. 

Pero que quede claro: si hay un triunfo es de la comunidad discapacitada, no de quienes intentan una y otra vez cosechar los laureles de las conquistas.  

Por último, quería preguntarte por tus últimos dos libros, Diario de Galileo y Pensamiento posdistópico. ¿En el actual contexto argentino, qué vienen a decirnos?

Escribir y publicar Diario de Galileo fue lo más importante que hice en mi trayectoria como filósofa y escritora. Salió por Bosque Energético, editorial de Eugenia Pérez Tomas y Andrés Gallina, en junio de este año. Lo escribí para entender qué me pasaba como filósofa al tener un hijo no-verbal y para retratar la vida de mi hijo. No es un diario íntimo sobre mis “vivencias” ni nada semejante (no es literatura del yo), es un ensayo de filosofía política del autismo en el que intento mostrar la agencia disruptiva de mi hijo Galileo, discapacitado y transformador de lo real. Pensamiento postdistópico, que sale en 2026 por Fondo de Cultura Económica, es un libro en el que intento reconceptualizar nociones claves de la filosofía política hegemónica y usarlas en sentidos emancipadores. Es un libro escrito contra el liberalismo, pero también contra el catastrofismo, el derrotismo, el apego blanco y burgués a la inocencia, entre otras cosas. No digo mucho más porque no quiero spoilearlo, que todavía no está disponible para que lo lean. 

Escribir y publicar Diario de Galileo fue lo más importante que hice en mi trayectoria como filósofa y escritora.

Código del artículo: 25002006

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