Por Arthur Rosenberg
Gracias a un trabajo muy intenso de búsqueda, hemos conseguido recuperar un artículo de Arthur Rosenberg sobre la Revolución Rusa. Franco Patuto, miembro de la revista, tuvo la amabilidad de transcribir el texto, aparecido en un número de la revista chilena Babel. La revista se encuentra digitalizada en el excelente archivo elaborado por los compañeros del Cedinci. Se trata de un breve repaso por los eventos inmediatamente previos a la revolución y los sucesos posteriores: los tratados de paz luego de la Gran Guerra y los años de la Guerra Civil contra la ofensiva zarista.
Archivo tomado de la revista digital Sociedad Futura www.sociedadfutura.com.ar (caída)
La toma del poder por los bolcheviques
Desde septiembre de 1917 Lenin había llegado a la convicción firme de que el partido bolchevique debía conquistar el poder por medio de la insurrección. Sobre todo en octubre, desde su escondite en Finlandia, bombardeó a la central del partido de San Petersburgo con cartas y artículos, en los que exigía la insurrección ; consideraba con gran exactitud todas las posibilidades y encontraba la solución adecuada para cada dificultad. Estos escritos de Lenin destacaban por su mezcla de ardiente pasión y frío raciocinio. Temía Lenin de que el gobierno de Kerenski terminara en un caos anárquico. Los bolcheviques habían dejado pasar entonces el momento oportuno y ya no podrían recuperar la ocasión perdida.
En la dirección del partido el grupo de Zinoviev y Kamenev era contrario a la insurrección, cuyas consecuencias serían el aislamiento de los bolcheviques y una aventura socialista de resultado catastrófico. Pero con la ayuda de Trotsky impuso Lenin su criterio. El 10 (23) de octubre tuvo lugar, con su presencia, la sesión secreta y decisiva del comité central del partido, en la que, con la excepción de dos votos, se resolvió con unanimidad que el único medio de salvar a la revolución y a Rusia, era la insurrección armada con el propósito de hacer pasar todo el poder de gobierno a manos de los soviets. Con lo cual se afirmó asimismo el partido.
El 25 de octubre, según el calendario ruso, el 7 de noviembre según el calendario occidental, debía reunirse en Petersburgo el congreso panruso de los soviets. Dado el cambio producido en la opinión pública durante el verano, debía admitirse que toda la autoridad debía pasar a los soviets, debía entonces adueñarse también del poder, es decir, derrocar al gobierno de Kerenski. El 25 de octubre resultó el día decisivo. Debía ser el día de la insurrección.
Ambos bandos se prepararon para contar ese día en la calle con fuerza militar. Los regimientos presentes en Petersburgo eran, en general, partidarios de los bolcheviques. Por eso dispuso el gobierno que la mayor parte de las tropas partieron para el frente. Si la guarnición se hubiera alejado de Petersburgo, el gobierno hubiera logrado el 25 de octubre hacer dispersar el congreso de los soviets. con un par de regimientos de tropas de asalto compuesta por oficiales. Pero por indicación de los bolcheviques, las tropas de Petersburgo se negaron a partir. El soviet de Petersburgo que estaba completamente bajo la influencia de los bolcheviques, formó un comité militar revolucionario, y todas las tropas de la capital manifestaron que en adelante solo obedecerán a ese comité y no al estado mayor. La fuerza impulsora del comité militar revolucionario era Trotsky. Con la decisión de las tropas de Petersburgo la revolución había ya triunfado en la capital, antes de haber disparado un solo tiro. El 24 de octubre el comité militar revolucionario ocupó la central telefónica de Petersburgo. La misma noche fueron ocupados otros edificios públicos. El 25 fue tomado el Palacio de Invierno, sede del gobierno. Los ministros fueron apresados, Kerenski huyó. El mismo día, de acuerdo con el plan trazado, se reunió el congreso panruso de los soviets. Cuando se anunció la toma del Palacio de Invierno, la minoría partidaria del gobierno abandonó la sala de sesiones. La mayoría proclamó, de acuerdo con los bolcheviques, la toma del poder por los soviets.
Kerenski intentó reunir tropas alrededor de Petersburgo para atacar con ellas a la capital. Pero sufrió una completa derrota y partió para el extranjero. En pocas semanas las tropas, las ciudades y los campos del imperio ruso pasaron a manos de los bolcheviques. Donde se presentó alguna resistencia a la revolución, fue finalmente aplastada. En verdad, la revolución bolchevique sólo podía apoyarse en el único representante del pueblo existente entonces en Rusia, es decir, el congreso de los soviets Este había sido elegido verdaderamente por las masas. En cambio, los diferentes organismos artificiales creados por Kerenski carecía de todo apoyo en el pueblo. En el periodo final de su gobierno, Kerenski llamó por fin a elecciones para la asamblea nacional. Pero estas elecciones tuvieron lugar durante la revolución bolchevique, de modo que en el momento crítico la asamblea nacional aún no existía.
El grupo de Kamenev-Zinoviev se opuso a la insurrección hasta el último momento y aún después del triunfo fue pesimista. El 4 (17) de noviembre, Zinoviev y Kamenev renunciaron al comité central del partido, para poder expresar libremente su opinión. Exigen que los bolcheviques ofrecieran inmediatamente una transacción a los socialrevolucionarios y a los mencheviques, para formar de esta manera un gobierno de todos los partidos soviéticos. Algunos viejos bolcheviques apoyaron esta moción. Losovski también la defendió en una carta abierta. No deja de ser curioso que Zinoviev y Losovski, presidentes, más tarde, de la Internacional Comunista y de la internacional sindical roja, respectivamente, cuya propaganda se apostó después en la revolución de octubre, consideraron esta revolución, cuando se produjo, como una aventura insensata.
En aquel entonces, 4 (17) de noviembre, la situación era todavía oscura. No se sabía con seguridad cómo recibirían a la revolución el frente y las provincias. Una huelga general de funcionarios paralizó al principio la acción de los bolcheviques, dueños del poder. Diversos partidos y grupos políticos de Rusia se declararon contra la insurrección bolchevique y además se agregó a estos opositores un grupo importante de dirigentes del propio partido. En verdad, la situación parecía desesperada. Pero Lenin y Trotsky no cedieron un solo instante.
El 7 (20) de noviembre apareció en el Pravda un llamamiento memorable, escrito por el propio Lenin, que decía:
“Que se averigüen todos los incrédulos, vacilantes y escépticos, todos los que se han dejado atemorizar por la burguesía, como también aquellos que se han sometido a los llamadas de prudencia de los sostenedores directos o indirectos de la burguesía. En las masas de obreros y de soldados de Petersburgo, de Moscú y de otras ciudades no se nota el menor síntoma de vacilación. Nuestro partido, como un solo hombre, está firme en su puesto y protege el poder de los soviets y los intereses de la clase trabajadora, sobre todo, de los campesinos pobres y de los obreros”.
La situación se aclaró pronto. Se hizo visible la extensión de la victoria bolchevique en el interior del país, la huelga de funcionarios fracaso y el grupo de Zinoviev y Kamenev se reincorporó al partido. La conducta de Zinoviev y Kamenev en estas semanas críticas volvió a mostrar cuán profundamente estaba arraigada en el partido bolchevique la consigna de dictadura democrática burguesa, llevada a cabo por la coalición de todos los partidos democráticos y socialistas. En nombre de esta teoría se rebelaron contra Lenin, precisamente en las semanas más trascendentales de la historia bolchevique.
Después de este episodio, Lenin, con magnifica objetividad, confió en Zinoviev y Kamenev tareas sumamente importantes, sin reprocharles sus vacilaciones durante la revolución , del mismo modo que considera terminada la larga lucha con Trotsky cuando este se adhirió a la política leninista
La ola de simpatía popular que era la que sostenía entonces al movimiento bolchevique, evito a su vez su aislamiento político. El enemigo principal de los bolcheviques, los socialrevolucionarios, se dividieron y el nuevo partido de los socialrevolucionarios de izquierda, prestó los servicios más importantes a la Rusia Soviética en el primer momento de su existencia.
Las masas campesinas social revolucionarias, como ya hemos mostrado, estaban amargamente desilusionadas del gobierno de Kerenski. Habían esperado que el gobierno socialrevolucionario expulsara a los terratenientes y se encontraron con que los ministros socialrevolucionarios protegían a los terratenientes con la fuerza del Estado.
Los líderes campesinos socialrevolucionarios de las aldeas se rebelaron contra la dirección del partido y pronto se sumaron también a la oposición funcionarios importantes. Fue así como durante la insurrección bolchevique los socialrevolucionarios se dividieron en dos ramas, una de derecha que siguió fiel a Kerenski, y otra izquierda que exige la expulsión de los terratenientes y el traspaso del poder a los soviets. Cuando el 26 de octubre (8 de noviembre) el congreso panruso de los soviets aprobó la insurrección, el ala derecha de los socialrevolucionarios y los mencheviques abandonaron la sala. Pero los socialrevolucionarios de izquierda se quedaron junto a los bolcheviques y participaron en la edificación del poder de los soviets. Algunos dirigentes de la izquierda revolucionaria formaron parte después del soviet de los comisarios del pueblo del nuevo gobierno revolucionario. Solo con motivo de la paz de Brest-Litovsk los socialrevolucionarios de izquierda abandonaron la coalición con los bolcheviques y empezaron a hacerles una oposición implacable.
De modo que Lenin pudo, por lo menos en los primeros meses del poder soviético, realizar su viejo programa aliándose con un partido campesino, revolucionario y democrático, no chauvinista. En tanto que en los meses de julio a octubre de 1917, las masas de obreros y soldados se pasaron directamente a los bolcheviques, los campesinos siguieron siendo revolucionarios. Pero de socialrevolucionarios amigos del gobierno, se transformaron en socialrevolucionarios violentamente opositores.
Cuando poco antes de la revolución de octubre, cada partido preparó sus listas de candidatos para la elección de la asamblea nacional, los socialrevolucionarios aún no se habían dividido. Socialrevolucionarios de derecha y de izquierda, partidarios de Kerenski y de Lenin figuraban amistosamente en la misma lista. Así fue que las elecciones de la asamblea constituyente dieron un curioso resultado. Kerenski, que había perdido todo apoyo en las masas populares, obtuvo la mayoría en las elecciones. De los 36 millones de sufragios los bolcheviques obtuvieron 9 millones, los mencheviques 700000 sin contar el Cáucaso y un 1400000 con el Cáucaso, porque en Georgia contaban con la mayoría del pueblo. Los socialrevolucionarios obtuvieron 21 millones y distintos partidos burgueses 5 millones.
La enorme masa de campesinos que sufragó por los socialrevolucionarios, votó por la expropiación de los terratenientes y no por Kerenski. Pero las cabezas de las listas sociorevolucionarias estaban en casi todas partes los partidarios de Kerenski, que así obtuvieron su mandato. Cuando en enero de 1918 se reunió la asamblea nacional, Lenin estaba decidido a combatirla, pues no quería no echar a perder el resultado de la revolución victoriosa por una mayoría parlamentaria que ya no representaba a la mayoría del pueblo.
El gobierno soviético exigió que la asamblea nacional reconociera la revolución de octubre, el nuevo gobierno y su programa. Cuando la mayoría de la asamblea nacional se negó a ello, los bolcheviques y los revolucionarios de izquierda abandonaron la sala. El comité ejecutivo central, la comisión permanente del congreso panruso de los soviets, decidió la disolución inmediata de la asamblea nacional y el pseudo parlamento fue disuelto por la fuerza. Si Lenin hubiera llamado a nuevas elecciones el gobierno soviético habría obtenido una mayoría aplastante en el país. Pero no lo hizo. En la nueva constitución rusa no cabía el parlamento, pues según Lenin y los bolcheviques, los soviets eran una mejor forma de democracia y junto al congreso panruso de los soviets era superfluo un parlamento especial.
Antes de la toma del poder los bolcheviques le prometieron al pueblo ruso libertad y tierra, paz y pan. De inmediato se dedicaron a cumplir sus promesas. El gobierno bolchevique destituyó a los viejos funcionarios y oficiales y dio en todas partes autoridad ejecutiva a los soviets. Así entraba en vigor la libertad. El nuevo gobierno puso en acción el control de los obreros sobre la fábrica, para estimular la producción y asegurar de tal modo a las ciudades artículos alimenticios y de primera necesidad. Ofreció la paz a todas las potencias enemigas y autorizó a los campesinos para apoderarse de los latifundistas.
¿Cómo se realizó este programa de gobierno de los soviets? En primer lugar, resultó irrealizable la idea de Lenin sobre el control de la producción. Pues era imposible mantener a los obreros armados y exaltados por la victoria, en los límites de una reforma tan mesurada. Por el contrario, en todas partes los obreros expulsaron a los industriales y se apoderaron de las fábricas. Este proceso se produjo tal como lo había profetizado Trotsky. La revolución burguesa fue superada así, al principio en las ciudades y centros fabriles, por el impulso espontáneo de las masas.
Sólo paulatinamente se acomodó Lenin a ese cambio. En la “Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado” adoptada por el Congreso panruso de los soviets en enero de 1918, se encuentra aún una fórmula conciliadora: “Como primera medida para el completo paso de las fábricas, usinas, minas, ferrocarriles y demás medios de producción y de intercambio a manos de la república soviética de obreros y campesinos y para asegurar el poder del pueblo trabajador sobre los explotadores, se confirma la ley soviética sobre el control de los obreros y sobre el soviet económico superior”.
En el papel sólo se trataba del “primer paso” para la expropiación de las fábricas, pero en realidad ya había tenido lugar la expropiación completa. Recién el 28 de junio (11 de julio) apareció el decreto sobre la nacionalización de toda la gran industria. AI respecto téngase en cuenta de que el decreto sobre la supresión de la propiedad privada de los terratenientes apareció ya el primer día del nuevo gobierno, el 26 de octubre (8 de noviembre).
En la obra oficial del soviet escrita por Larin y Kritman sobre “La vida y la edificación económica en la Rusia soviética de 1917 hasta 1920”, se lee lo siguiente:
“Es difícil que ahora exista alguien que piense seriamente que la revolución que se está desarrollando sea algo artificial. Es más bien un proceso elemental e irresistible. En cuanto fue barrido a fines de 1917 el poder político de la burguesía, la voluntad de clase del proletariado se exteriorizó, libre ya de toda traba, en una caótica persecución de los empresarios y en la toma de posesión de las fábricas. Los resultados fueron necesariamente la destrucción de los viejos lazos económicos y, no rara vez, el paro de las fábricas. La administración obrera, especialmente la estrecha y elemental de los obreros de cada fábrica, resultó a menudo incapaz de dirigirlas, pues esta capacidad sólo podía ser adquirida con la práctica. La acción del gobierno soviético en el terreno económico consistió en gran parte en introducir en el movimiento elemental de las masas proletarias y campesinas un plan y una organización”.
En otro lugar dicen estos mismos autores:
“La consigna del proletariado era el control obrero sobre los industriales, por el cual los empresarios no podían tornar ninguna resolución, sin previa aceptación del soviet de la fábrica. El movimiento de noviembre trató de poner en práctica dicha consigna. El decreto del gobierno soviético obligaba a los patrones, a establecer en todas las fábricas el control obrero. Sin embargo, este control resultó no sólo una medida incompleta, sino también irrealizable. La consigna del control obrero expresa la fuerza creciente, pero todavía insuficiente del proletariado, es decir, de la debilidad, aún no superada, del movimiento. El empresario no estaba dispuesto a dirigir la fábrica con el sólo objeto de que los obreros aprendieran a hacerlo (pues era éste el propósito secreto del control obrero después del movimiento de noviembre). Por otro lado, los obreros, llenos de odio contra el capitalista, no estaban dispuestos a seguir siendo un objeto de explotación en el trabajo. Que esto lo que obligó, a pesar de una preparación insuficiente, a dejar que el proletariado, se hiciera cargo de la administración de las fábricas, aun allí donde nominalmente sólo se trataba de control obrero”.
Es, por tanto, un hecho indiscutible, que no fueron los bolcheviques los que expropiaron a los industriales rusos, sino que lo hicieron los obreros espontáneamente, contra la voluntad de los bolcheviques. A Lenin no le quedó otro remedio que legalizar la acción de los obreros. Por eso el gobierno soviético se dedicó a agrupar las fábricas aisladamente expropiadas, a crear órganos económicos directivos para cada industria y ensayar de este modo una producción metodizada.
Se chocaba para ello con enormes dificultades. La situación económica del país que ya en 1917 era seria, se hizo catastrófica en 1918-1919. Con la paz por separado Rusia perdió por completo el apoyo económico de las potencias aliadas. En su lugar, empezó el bloqueo de Rusia por la flota de la Entente y el aislamiento del país respecto del exterior. Cuando en 1918 los alemanes ocuparon Ucrania, la Rusia soviética se vio separada de la cuenca carbonífera del Donetz y del petróleo del Cáucaso.
Debido a la escasez de materias primas y al desgaste completo de las máquinas, la industria rusa quedó paralizada en gran parte. La mayoría de las fábricas quedaron paradas y sus obreros regresaron al campo.
Dado el estado desastroso de los medios de transporte y el caos que reinaba entonces en el campo, sólo pocos artículos alimenticios llegaban a las ciudades. Toda la población de las ciudades padeció hambre desde 1918 hasta 1920. La posesión de los rublos de papel desvalorizados no permitió a nadie mejorar su situación. Así desapareció de hecho en las ciudades la diferencia entre ricos y pobres y toda diferencia de clases. La igualdad de los hombres se había realizado en una especie de comunismo del hambre. Ninguna de las esperanzas de salvación económica de Rusia tal como figuran en los opúsculos de Lenin del otoño de 1917, llegó a cumplirse. Lenin y sus partidarios no tenían la culpa de ello; fue consecuencia de la guerra mundial y de la aniquiladora guerra contra la burguesía, que en Rusia siguió a aquella.
En el campo la revolución bolchevique se encontró con cuatro clases: los terratenientes, los campesinos ricos o kulaks, los campesinos pobres y los trabajadores del campo. Después de la supresión de la servidumbre y, especialmente, después de la revolución de 1905, los terratenientes habían vendido parte de sus tierras. Los compradores fueron aquellos campesinos que poseían dinero. Se formó así entre la clase de los nobles y la masa de los campesinos pobres, la capa de los campesinos ricos, que se dedicaban además a la usura. En los campos administrados directamente por los terratenientes y también en las posesiones de los campesinos ricos trabajaban los obreros del campo. Pero la mayor parte de las tierras de los terratenientes no eran explotadas directamente por éstos, sino que estaban divididas en pequeñas parcelas dadas en arriendo a los campesinos pobres. La situación de estos pequeños arrendatarios, agobiados de impuestos y contribuciones, era extraordinariamente difícil.
Por tanto, en el campo se decidieron por la revolución social los campesinos pobres y los obreros agrícolas. Los terratenientes y los campesinos ricos defienden el orden existente. La revolución emprendió la expropiación completa de los. terratenientes y obligó a los campesinos ricos que entregaran una parte Considerable de sus tierras a los pobres del campo. Los obreros agrícolas recibieron también su parte de tierra. Desaparecieron así dos de las cuatro clases campesinas y las dos restantes, las de los campesinos ricos, y pobres se igualaron.
Cuando aproximadamente en 1919 se pudo apreciar el resultado de la revolución agraria en toda Rusia, se vió que en todas partes había aparecido una masa uniforme de pequeños propietarios campesinos. Estos sabían lo que debían agradecerle a la revolución bolchevique. Estaban dispuestos a oponerse a la vuelta de la vieja situación aun exponiendo sus vidas. Sólo con la ayuda voluntaria de las masas de campesinos fue posible la creación del ejército rojo y la victoria del gobierno soviético sobre los generales blancos. Pero en todas las cuestiones económicas los campesinos fueron egoístas. Durante el gobierno zarista y durante la guerra habían sufrido bastante hambre. Ahora querían quedar satisfechos. Sólo estaban dispuestos a enviar artículos alimenticios a las ciudades a cambio de servicios equivalentes. El pago en rublos de papel desvalorizados no les tentaba ni a producir ni a vender.
El gobierno soviético envió al campo todas las mercaderías que la reducida industria rusa podía producir, para entregárselas a los campesinos a cambio de los artículos alimenticios. No obstante, el envío de trigo a las ciudades fue insuficiente. Para alimentar al ejército rojo y para dar un poco de pan a los obreros se procedió finalmente a la requisa violenta. Esto hizo que el campesino no se sintiera contento de su nueva propiedad, puesto que no podía aprovecharla económicamente. Dado que no existía verdadera moneda ni libertad de comercio, el campesino no podía vender el sobrante de sus cosechas y si se lo descubrían se lo quitaban. Desde 1918 hasta 1920, la ciudad y el campo, los obreros y los campesinos estaban unidos contra la reacción aristocrática, pero psicológica y económicamente estaban absolutamente separados, y el gobierno soviético no estaba en condiciones de salvar el escollo.
Poco después de la toma del poder, los bolcheviques invitaron a todas las potencias beligerantes a concluir la paz. La Entente no prestó atención a la proposición de los “traidores». En cambio, Alemania y Austria-Hungría concertaron de buen grado una tregua con la Rusia soviética y empezaron las negociaciones de paz de Brest-Litovsk. Durante las negociaciones se hizo evidente la debilidad militar de la Rusia soviética; pues el ejército ruso, completamente desmoralizado, se disgregó. Los campesinos soldados tuvieron prisa en regresar a sus aldeas para participar en la nueva repartición de las tierras.
El Estado Mayor alemán, que entonces ejercía el verdadero gobierno, se aprovechó sin consideraciones de la debilidad de Rusia. Al país vencido le fue impuesta una paz que le quitaba durante mucho tiempo la posibilidad de vida. Lo fundamental no era en este caso la separación de los territorios limítrofes occidentales: Polonia, Finlandia y las provincias del mar Báltico, sino la separación de Ucrania, todo el sur de Rusia. Esto significaba perder el granero del país, las más importantes regiones de carbón v petróleo y la salida de Rusia al Mar Negro. La así llamada Ucrania independiente estaba en poder de las tropas alemanas, que se extendieron hasta el Cáucaso. El resto de la Rusia soviética quedaba rodeado al oeste y al sur por el ejército alemán parecía cuestión de tiempo, pero llegaría el momento en que el general Ludendorff daría la orden de ocupar Moscú.
Por tanto, a comienzos de 1918 la Rusia revolucionaria fue víctima de una terrible catástrofe nacional. Es humanamente comprensible que muchos bolcheviques destacados y, también, los socialrevolucionarios de izquierda no quisieran firmar una paz como esa y prefirieron perecer luchando. Pero Lenin puso todo el peso de su autoridad para que se aceptara el tratado de Brest-Litovsk. Su pensamiento fue el siguiente: si no se tiene armas no se puede hacer la guerra y los gestos teatrales no modifican las cosas, la Rusia soviética debe aceptar esta paz por mala que sea para ganar tiempo. Había que aprovechar esta tregua para hacerse económica y militarmente fuertes y esperar la revolución alemana.
Lenin debía contar con un peligro como el de la paz de Brest-Litovsk, dado que había lanzado la consigna de la inmediata suspensión de la guerra imperialista. La desorganización de la defensa nacional podría crear una situación en la que el nuevo gobierno revolucionario quedara indefenso. Para evitar un Brest-Litovsk, Kerenski y los partidos que lo apoyaban continuaron la guerra e intentaron la famosa ofensiva. El que rechaza esta defensa del país, también debía cargar con las consecuencias de esta decisión. La actitud de Lenin era completamente lógica y después de serias divergencias convenció al partido de que era posible otra política.
La derrota militar de Alemania en el verano y otoño de 1918 v luego la revolución de noviembre salvó a Rusia del peligro alemán. Pero tanto más grave se hizo la oposición de la Entente, que desde su paz por separado con Alemania consideraba al estado bolchevique como a su peor enemigo. Ya en el verano de 1918 empezó el levantamiento de las legiones checo-eslovacas. Estaban formadas de prisioneros austríacos de nacionalidad checa, que habían sido armados por el gobierno zarista. Dada la debilidad militar de la Rusia soviética los checo-eslovacos, que se consideraban parte de los ejércitos aliados, se apoderaron de la cuenca del Volga y empezaron a preparar la marcha sobre Moscú.
Con inmensas dificultades el gobierno soviético logró juntar tropas capaces de luchar. Trotsky fue nombrado comisario del pueblo para la guerra y puso toda su energía en crear el ejército rojo. En septiembre el ejército rojo reconquistó a Kazan y expulsó a los checo-eslovacos del Volga. Esta fue la primera victoria militar del ejército rojo en una lucha seria.
Después del derrumbe de Alemania, la Entente renovó sus esfuerzos para derrotar a la Rusia soviética. Antiguos generales zaristas fueron financiados por Inglaterra, Francia y Japón, y provistos de todos los materiales de guerra necesarios. Desde el Mar Negro y el Mar del Norte, desde el Mar del Este y desde el océano afluían los guardias blancos con ayuda de la Entente. Los peores enemigos del poder soviético eran el general Koltschak en el Este y el general Denikin en el Sur.
La guerra civil se caracterizó por su extraordinaria crueldad. Los blancos trataron de atemorizar a los obreros y campesinos con las matanzas en masa y el terror, para vengarse de la revolución. Los bolcheviques contestaron al terror blanco con el terror rojo. Algunos actos violentos aislados del gobierno soviético durante los años de guerra civil, los fusilamientos en masa, etc., permiten diversidad de opinión; pero históricamente, visto con altura, el pueblo ruso estaba en legítima defensa contra una contrarrevolución cruel.
Tras largas y azarosas luchas, que duraron hasta 1920, el ejército rojo venció en todos los frentes. El gobierno soviético ocupó en Asia todos los países que anteriormente habían pertenecido al gobierno del zar. Conquistó el Cáucaso y en Europa la Ucrania y la costa del Mar Negro. En el Oeste quedaron independientes de Rusia, Finlandia, los Estados Bálticos y Polonia. Las victorias militares de los años 1918-1920 dieron a los bolcheviques autoridad extraordinaria en el país. Quedó borrada así la vergüenza de Brest-Litovsk. Los obreros y campesinos rusos podían estar orgullosos de haber rechazado victoriosamente las intervenciones de varias potencias imperialistas. Desde entonces fueron idénticos para las masas los conceptos de “bolchevismo” y de “revolución rusa”.
Los bolcheviques llevaron a buen término la lucha armada y decisiva contra los oficiales zaristas y los terratenientes. Trotsky y Lenin vencieron a Koltschak y Denikin. Todos los demás partidos, liberales, mencheviques, socialrevolucionarios, etc., fueron triturados por ambos bandos beligerantes. Los bolcheviques adoptaron en la guerra civil el principio de que el que no estaba con ellos estaba contra ellos. Convencieron a las masas de que todos los partidos no bolcheviques eran igualmente contrarrevolucionarios.
Cuando en Rusia terminó la guerra civil, la revolución había vencido a sus enemigos. Pero al mismo tiempo el pueblo ruso había perdido su reciente libertad democrática encarnada en los soviets, y quedó establecida la dictadura absoluta del partido bolchevique desde Petersburgo hasta el océano Pacífico.
Fuente: «Revista Babel. Revista de Arte y Política. Una visión más elevada del mundo». N°24, Noviembre Diciembre 1944. Santiago de Chile.